Después de lo analizado en las dos entregas anteriores, donde hemos ofrecido un pormenorizado análisis de las melodías de los zánganos grabados por Fosforito y Pedro Lavado, llegamos a la conclusión de que nos encontramos antes dos variantes del zángano flamenco: la variante de Fosforito y la variante de Pedro Lavado. Ambas determinadas por el primer tercio melódico, que en la de Fosforito coincide, como se observa en sus cuatro zánganos, con el primer tercio del fandango de Cayetano, y en la de Pedro Lavado, con el primer tercio de la rondeña versión Jacinto Almadén. De los cuatro zánganos de Pedro solo uno (“Hay un mu señor paseo”) comienza con el primer tercio de Cayetano, por lo que consideramos que este comienzo arrondeñao es el que define, claramente, su variante. La variante de Fosforito, en cambio, viene determinada por su comienzo siguiendo la línea de Cayetano.
Por otro lado, entre ambas variantes observamos otras diferencias, aunque en mi opinión, menores. Destacamos las siguientes:
-El “ay” final del segundo verso siempre es utilizado por Pedro Lavado, en cambio Fosforito solo lo utiliza en dos de sus zánganos.
-El recurso de un semitono inferior a la nota final de los primer, tercer y quinto tercio para resaltar el final del discurso musical es frecuente en Pedro Lavado. En Fosforito es muy poco habitual, solo lo hemos localizado en una ocasión y de una manera muy difusa.
–Fosforito, en general, alarga la nota final de los tercios, recurso muy poco frecuente en Pedro Lavado.
-Por último, el ritmo. Por la naturaleza rítmica de este cante, observamos que Fosforito propone una melodía con un ajuste más cuadrado, es decir, una melodía más regular con los compases de la guitarra, circunstancia entendible dado el extraordinario sentido rítmico que desarrolló Fosforito, siendo una de las cualidades básicas de su cante[1]. Pedro Lavado, en cambio, se muestra menos rígido en este sentido, proponiendo una melodía más libre. Pedro Lavado interpreta sus zánganos con el estilo interpretativo de los maestros antiguos, es decir, aquél que se fundamenta en la métrica de las letras, sin someterse exhaustivamente al compás de la música.
Tenido en cuenta todo lo reflejado, tanto en los dos apartados anteriores como en éste, proponemos los siguientes zánganos como modelos para cada una de las dos variantes: “Tierra donde yo he nacío” para la de Fosforito, y “Los membrillos de mi pueblo” para la de Pedro Lavado. Si los volvemos a escuchar con atención aplicando lo aquí señalado, creemos, os daréis cuenta de que son los zánganos que mejor recogen todas las características y diferenciaciones musicales señaladas.
En definitiva, dos son las variantes, en mi opinión, de lo que se conoce en la actualidad como zángano flamenco: la de Fosforito y la de Pedro Lavado, definidas, clara y fundamentalmente, por el primer tercio melódico.
[1] A este respecto, consideramos muy interesantes y apropiadas estas palabras del recordado Jesús Pérez de Cisneros, gran aficionado y estudioso pontanés que conoció in situ la trayectoria de Fosforito’a partir de su eclosión como cantaor de primer nivel: “Cuando en 1956 aparece con todo su esplendor la figura de Fosforito, cambia bruscamente el paisaje flamenco de aquella época. Dotado de un especialísimo sentido de la acentuación musical, consigue darle al cante uno ecos y resonancias que antes no existían. Sus cantes, siendo los mismos, suenan distintos”. (Pequeña Gran Historia del Flamenco. Diputación de Córdoba, 2001. Artículo: Encuentro ‘Pequeña gran historia del flamenco’, pág. 173).
(Aproximaciòn al Zángano Flamenco del libro Flamencum Revolutum. Autor: Álvaro de la Fuente Espejo.)