UNA JOYA

En la postrimería de cada mes, se me clava un incómodo cosquilleo en el estómago decidiendo la temática a tratar
en mi sección de El Pontón. Una vez pasado el temible día diez – fecha límite asignada por nuestro director para
pulsar una tecla del ordenador que le envíe el artículo -, me quedo descansado
con el sentimiento del deber cumplido, mas mi mente no deja de rumiar. Las temáticas
para el siguiente número aparecen sin cesar a medida que voy absorbiendo las
vivencias del día a día. Precisamente de una de ellas – una de mis clases de
música en el cole – nació hace unos días la temática del presente artículo: un análisis
del CD Mi corazón en La Puente del Coro Virgen del Amor de la Cofradía
de la Santa Cena y Nuestra Señora del Amor, una joya que, en mi opinión,
debería de estar presente en todos los colegios de Educación Primaria de
nuestro pueblo para acercarles a nuestros niños – mientras la RAE no diga lo
contrario, permitidme que en aquellas situaciones apropiadas utilice el
masculino como genérico – nuestra música y tradiciones.
Como sabemos Puente Genil es un
pueblo musical, sus gentes desde siempre – cada mes nuestro colaborador Javier
Sánchez nos los viene ilustrando con su estupenda sección El sonido de Puente Genil – han cultivado el fenómeno musical desde
diferentes vertientes. Polifonía,
lírica, flamenco, folclore, música
carnavalesca, marchas, música sacra, sones sudamericanos, rock and blues…,
conviven de manera natural y armoniosa, regalándonos a nuestro pueblo una
original y rica personalidad musical. Una personalidad mantenida por las
numerosas agrupaciones musicales pasadas, presentes y esperemos que futuras.
Una de ellas es el Coro Virgen del Amor, una longeva agrupación de gran
trayectoria y que en su más de treinta años de vida nos ha obsequiado con bonitos
y entrañables deleites musicales. De todos ellos destaco, por su enorme
emotividad y carga de pontaneísmo, el
trabajo discográfico Mi corazón en La
Puente
, a la memoria de Don Juan Ortega Melgar – Manantero Ejemplar y
fundador de la Cofradía de la Santa Cena -, en el que aparecen preciosos y
entrañables tesoros, idóneos para mostrarlos y enseñarlos a nuestros niños. Uno
de los principales objetivos de la enseñanza pública reglada es acercarles a
nuestros más jóvenes las culturas de su entorno – una de ellas sin duda la
musical – para inculcarles el sentimiento de pertenencia, de identidad, así
como una actitud social abierta y participativa. Para conseguirlo, este trabajo
musical es un recurso ideal. En él apreciamos, ante todo, un profundo e
incondicional amor hacia Puente Genil, hacia su pasado, gentes y tradiciones.
Antes de proceder al análisis de este
trabajo discográfico, situémonos en el contexto
en el que nació. Se grabó en el año 1997, es decir, cuando el coro cumplió sus
primeros diez años de vida mostrando ya una gran madurez musical y humana como
colectivo. Desde el punto de vista musical, el coro manifestaba una asentada personalidad
que fue desarrollando y enriqueciendo con el paso de los años, con cuatro
pilares básicos – flamenco, polifonía, música cofrade y música tradicional
andaluza – en un perfecto y elegante equilibrio. Y desde el punto de vista humano,
destacaba por una gran armonía y compenetración entre sus jóvenes componentes
que diez años atrás, siendo niños, decidieron al abrigo de su cofradía cantarle
a sus Cultos y a la esperada Navidad.
Por otro lado, eran unos años de gran realce de nuestra Semana Santa debido
a la majestuosidad en la puesta en escena de sus imágenes en la calle gracias,
entre otros factores, al fenómeno de los costaleros, asentado años atrás por la
Cofradía de la Santa Cena.  En cuanto a
cuestiones más técnicas, señalar que el disco fue grabado en Estudios SONISUR
de Montilla, siendo la directora del coro María Eugenia Ortega Cruz. Además de
las voces de sus casi treinta cantores, intervinieron la guitarra flamenca de
Luis Calderito y los laúdes de Rafael Ortega y José María Aguilera, estos
últimos miembros del coro.  Los arreglos
musicales y mezclas correspondieron a Juan M. Galindo.
Procedamos a un análisis
pormenorizado de cada uno de sus diez temas, ofreciendo además sus
posibilidades de inclusión en nuestros colegios.
El primer tema – Mi
corazón en La Puent
e – es el que da nombre al trabajo. Con letra y
música de José Manuel Reina y Antonio Cuevas, se trata de unas preciosas y
melancólicas sevillanas a tres voces en modo menor, que rememoran, a través de
las cuatro estaciones del año, al Puente Genil del pasado, aquél que vivieron y
protagonizaron nuestros abuelos. Con las escogidas menciones a las membrilleras, a los bañaeros, a la entrañable Concha
la Castañera
o al legendario Cerraúras
y Llaves,
consigue crear un bonito y evocador clima nostálgico. Sin lugar a
duda, este tema invita a una Unidad Didáctica – en el Área de Música o en el
Área de Ciencias Sociales – fundamentada en la historia de nuestro pueblo, para
que nuestros niños investiguen, por ejemplo, nuestro pasado glorioso con la
industria del membrillo, nuestra añorada Torremembrillo o descubran cómo vivían
los pontanos hace años.
El segundo tema – Costalero
de los hermanos Sánchez Berenguer – se ha convertido en todo un clásico en
nuestro pueblo. En mi opinión, es un preclaro reconocimiento a la figura del
costalero y a la cofradía de la Santa Cena por su imprescindible papel en el
asentamiento en nuestra mananta del
costal. Este tema es idóneo para ser trabajado en el Área de Religión al objeto
de analizar el fenómeno de la religiosidad popular.
El tercer tema – Si me
dieran a elegir
– debería de forma parte de la programación del Área de
Música de nuestros colegios. Con letra de Emilio Pozo Leal, nos muestra dos
zánganos – con las formas recuperadas o (re)creadas por la Sección Femenina a
través de Coros y Danzas – y el desaparecido fandango de Puente Genil. Tema
idóneo para acercar a nuestros niños al flamenco – se menciona la figura de
maestro Fosforito – y mostrar con
orgullo el ser pontanés (“Si me dieran a
elegir, si yo naciera de nuevo, escogería lo que tengo, porque lo que tengo
quiero, tengo una cruz nazarena que son mi norte y mi guía, y además la inmensa
suerte de haber nacío en la Puente, vergel de mi Andalucía”)
.
Con el cuarto tema – Cuando
sea mayor
-, de nuevo, se
glosa la figura del costalero. Nuestro colaborador Juan Ortega Chacón nos
transmite, de una manera sencilla y con gran vitalidad, la alegría e ilusión de
un niño por ser costalero. Alegría e ilusión realzadas con la música de Jorge
Illanes Leiva, que propone unas alegres sevillanas en modo mayor con un
adecuado discurso musical, tanto desde el punto de vista horizontal (melodía)
como vertical (cuatro voces perfectamente armonizadas). Tema idóneo para ser
trabajado en el Área de Religión al objeto de explicarles a nuestros niños lo
que conlleva ser costalero.

 

El quinto tema – Sevillanas
de Puente Genil
– es uno de los himnos de nuestra patria chica. Difícilmente
encontraremos a un pontano que no sepa tararear alguna de las melodías de estas
maravillosas sevillanas que hace años nos regalaron Emilio Pozo y Los Jarales.
Unas sevillanas que nos invitan a bailar desde sus primeros acordes, acercándonos
a tradiciones tan veneradas como son nuestra Semana Santa o la Romería de San
Marcos. Complejo desde luego para cualquier coro interpretar un tema tan
asentado en la memoria musical de los pontanos sin incurrir en variaciones que
modifiquen su esencia. Nuestro coro no solo la mantiene, sino que la enriquece con
el juego polifónico de las voces y los vertiginosos y flamencos punteos sobre
las escalas de la guitarra de Luis Calderito. Tema idóneo para ser trabajado en
el Área de Música.
El sexto – Sueño – y séptimo tema – Madre
de Dios
– encajan perfectamente en el Área de Religión. El primero –
unas bonitas sevillanas con letra de Manuel Fernández y música de José Salazar-
es un homenaje a las dos imágenes de la Cofradía de la Santa Cena. El segundo
se trata de unos flamencos y sencillos fandangos de Huelva cuyas letras son de
Antonio Sojo, Juan Ortega y Agustín Rodríguez, y es ideal para tratar las
advocaciones marianas (Inmaculada, Amor, Soledad y Dolores).
Con el octavo tema – unas
preciosas y conmovedoras sevillanas tituladas Hoy es lo mismo que ayer
– su autor, de música y letra, Emilio Pozo convierte a Puente Geni y a su
Semana Santa en una misma emoción, en una realidad indisoluble (“Las dos palabras primeras que siendo niño yo
aprendí:  una era Nazareno la otra Puente
Genil”
). En la génesis de no pocas poblaciones – Puente Genil es una de
ellas – la religiosidad popular, el apego y devoción hacia sus imágenes religiosas
más relevantes, ha sido – y es – un elemento de cohesión social y
convivencia.  Una realidad que debemos de
mostrar, sin temor ni complejos, desde nuestros colegios, sin imposición,
discriminación o exaltación de cierto elitismo, en pro de la convivencia, y en
el marco de la diversidad, el respeto y el enriquecimiento mutuo. Nuestros
colegios no deben de quedarse al margen de este influyente fenómeno
antropológico.
El noveno tema – las sevillanas Hasta
el Genil
– vuelve a incidir en nuestra religiosidad popular, utilizando
dos hilos conductores muy claros: la Virgen del Amor y el Cristo de la Santa
Cena.  En mi opinión, nos encontramos ante
el tema de más calidad musical del disco, debido al extraordinario y milimétrico
encaje musical de las cuatro voces (soprano, contralto, tenor y bajo) propuesto
por su autor Jorge Illanes Leiva. Jorge consigue un efecto musical – tanto
horizontal (melodía) como vertical (armonía) – que desde el primer momento
provoca que el oyente se embelese con la letra, autoría de María del Mar Nieto.
Recuerdo que fue el tema que más nos costó cuadrar por su complejidad
polifónica, que además debía respetar la expresividad andaluza. Si tenéis el
disco, disfrutad del contraste maravilloso generado en algunos pasajes entre
las sopranos y los bajos. Una delicia.
Y como colofón, el décimo tema:
la habanera Cariño Pontano del políglota músico pontanés Antonio Martín
Flores, una de las obras musicales de mayor emotividad incrustada en la memoria
de centenares de pontanenses. Este tema, además de servirnos en nuestros
colegios para introducir a nuestros niños en el conocimiento de algunos de los
lugares más emblemáticos de nuestro pueblo (Castillo Anzur, la Plazuela Lara,
el río…), nos puede ilustrar sobre la historia de la música pontana, debido a
la influencia de la forma musical de la habanera en la misma. Dejo a mi
compañero Javier Sánchez interesante tarea para próximos números….
Concluyo. Imagino que os estaréis
preguntando, como señalé al comienzo, por la vivencia causante de lo aquí expuesto.
 Cuando pensaba que todo estaba perdido,
que el reguetón y sus, pa mí, horribles
homónimos y derivados habían embrujado, sin marcha atrás, la sensibilidad
musical de mis niños de Pemán, empujándoles por el camino de la ordinariez y
superficialidad más absoluta, mi sorpresa fue mayúscula cuando un día, en el
que con cierto temor decidí enseñarles dos temas del disco (los zánganos y la
habanera), observé cómo disfrutaron con su música y letras. Tal disfrute me
llevó de nuevo, tras veinte años, a una nueva escucha del disco. Una escucha ya
desde otra perspectiva, moldeada por los avatares de la vida y los diferentes
conocimientos y experiencias que he ido acumulando. Tras la escucha, un
pensamiento y un sentimiento. El pensamiento: lo aquí expresado. El
sentimiento: sincera gratitud a una etapa de mi vida que jamás olvidaré.

Álvaro de la Fuente Espejo

 

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