Hoy, en este frío y lluvioso lunes del mes de enero, nos ha dejado una mujer excepcional. Una malagueña, concretamente de Vélez-Málaga, que llegó a Puente Genil en el año 1962, dejando una profunda huella en los alumnos y alumnas que tuvimos la suerte de tenerla en algún momento de señorita. Sin duda, nos deja una persona fundamental en la cultura musical de Puente Genil de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo, puesto que instruyó a centenares de niños y niñas en la música popular andaluza con aquellos memorables villancicos de Pemán. Muchos de esos niños y niñas hoy en día desempeñan alguna responsabilidad artística y profesional en el ámbito musical.
Para conocerla mejor, os dejo el artículo que escribió en la revista del centenario del CEIP José María Pemán:
«MIS RECUERDOS DEL COLEGIO JOSÉ MARÍA PEMÁN
Llegada. Mis comienzos en Pemán.
Llegué a Puente-Genil en 1962. Llegué sola. No conocía a nadie. Me recibió el entonces Secretario D. Enrique Asensi que resultó ser paisano mío y me recomendó el Colegio José María Pemán, cosa que le agradeceré toda la vida.
En mi primer año en Pemán compartía la clase con una compañera y amiga, Juanita Cornejo. Cada una tenía de 30 a 35 niñas pero nos entendíamos muy bien. Nunca tuvimos problemas.
Por entonces, el Colegio de Pemán estaba dividido en dos zonas por un muro. En una estaban los niños y en la otra, las niñas. Nosotras dábamos clase a las niñas, por lo que a los maestros apenas los conocíamos. Poco tiempo después, derribaron el muro y comenzó la coeducación convirtiéndose Pemán en un colegio mixto.
Los Pinos.
Después de cuatro años en Pemán pasé a Los Pinos. Eran unas micro-escuelas dependientes de Pemán ubicadas a los pies de un pinar. Allí sólo teníamos niñas hasta 5º de primaria y cuando llegaban a 6º pasaban automáticamente a Pemán. Era muy pequeño pero estaba en un entorno precioso. Las niñas jugaban en el propio pinar que hacía las veces de patio del Colegio.
Fueron unos años muy felices. Por entonces estaba recién casada y vivía en los pisos de los maestros que estaban al lado de las micro-escuelas. Mis vecinos eran compañeros, casi todos jóvenes y con hijos pequeños, al igual que yo. Nos llevábamos maravillosamente y lo mismo ocurría en el Colegio donde estábamos ocho maestras, todas con las mismas inquietudes, los mismos intereses y mucha ilusión. Rápidamente nos hicimos amigas íntimas y aún hoy seguimos siéndolo.
El coro
En Los Pinos el ambiente de trabajo era extraordinario. Además de dar clases, organizábamos teatros y otras actividades pero ninguna de tipo musical, así que me propuse como objetivo organizar un coro infantil. Para mí, la educación musical es muy importante, no sólo porque despierta la capacidad matemática, la exactitud, la creatividad, fomenta el trabajo colectivo, la integración y el gusto por las cosas bien hechas sino porque introduce al niño en un mundo nuevo de belleza interior, de diversión y disfrute.
Los inicios del coro fueron muy duros. Como desafortunadamente no existía la asignatura de Música, las niñas no tenían apenas conocimientos y además teníamos que ensayar fuera del horario escolar: durante los recreos y por la tardes. Fue una época de mucho trabajo pero poco a poco el coro empezó a sonar bastante bien. Cada año montaba tres villancicos a dos e incluso tres voces que luego presentábamos al concurso de villancicos de Puente-Genil, al concurso provincial de Córdoba y, en alguna ocasión, al regional de Sevilla. No debía sonar mal porque siempre nos llevábamos algún premio.
Vuelta a Pemán
Pasados unos años volví a Pemán, donde continuó el coro que comenzó a ser mixto.
En total, el coro estuvo activo más de quince años y aunque no siempre fue fácil, me ha dado muchísimas satisfacciones. Es muy gratificante saber que, gracias al coro, algunos niños descubrieron su vocación y en la actualidad son profesores o profesionales de la Música y que otros han continuado cantando en agrupaciones vocales como El Coro de la Virgen del Amor.
Además, el coro sirvió para que los niños, muchos de ellos de familias humildes, conocieran Andalucía ya que el Colegio decidió destinar el dinero de los premios recibidos a hacer excursiones. Fuimos a Córdoba, Granada, Sevilla, El Rocío, Sierra Nevada, Málaga…..Gracias a estas excursiones, algunos de ellos vieron por primera vez el mar.
Por aquella época se comenzó la tradición de hacer un Belén en una de las aulas del Colegio. Las promotoras fueron Loli Cruz y Conchita Rivilla que, con pocos recursos, hacían un espectacular Belén, a costa de quedarse trabajando hasta las tantas.
Otra de las actividades de enorme éxito entre los alumnos fue la cría de gusanos de seda. Los niños de Pemán no los conocían así que traje algunos de Málaga para que pudieran ver la metamorfosis del gusano en mariposa. Los guardábamos en el aula en una caja de zapatos. Se multiplicaron de tal manera que al año siguiente los niños de todas las aulas se llevaron unos pocos para criarlos en casa. De esta manera aprendieron todo lo concerniente a la vida del gusano de seda.
En general, el trato con los alumnos fue siempre buenísimo. Eran respetuosos y educados y los padres colaboraban con los maestros en la educación de sus hijos.
En 1986, tras veintitrés años en Pemán, me trasladé a vivir a Málaga, pero mis recuerdos de Pemán siguen intactos. Fueron años entrañables, años felices de trabajo y entrega con el ánimo de crear una sociedad mejor, años de compromiso con la enseñanza, años de esperanza, años vividos intensamente . Pemán fue un colegio ejemplar, con grandes profesionales de la enseñanza cuyo ideal era convertir a aquellos niños en adultos preparados, responsables y con valores.
La enseñanza como actividad profesional no es fácil pero, desde la distancia que nos dan los años, ha valido la pena».
Álvaro de la Fuente Espejo.