FOSFORITO: EL GENIO PONTANÉS DE LA MUSICA

(Estatua realizada por el joven escultor e imaginero pontanés Jesús Gálvez Palos)      
 
(Dedicado con todo mi afecto al maestro Carlos Ledermann, por su quijotesca lucha, al otro lado del charco, para la consideración  artístico musical del Flamenco).
Todavía son muchos los que, a esta altura de la película
jonda, en sus reflexiones y divagaciones flamencas, establecen una clara
distinción entre cante y música, entre cantaores y músicos. Cómo si el Cante Flamenco
no fuese más que un sentimiento primitivo, desprovisto de los instrumentos, técnicas
y materiales- sonoros, literarios y expresivos- imprescindibles para
convertirlo, a través de un proceso vivencial e intelectual, en uno de los
ARTES MUSICALES más asombrosos creados por el ingenio humano. Una creencia
emanada desde el propio mundo del Flamenco -aficionados, artistas,
flamencólogos e intelectuales anquilosados en la prehistoria flamenca-, como
consecuencia de una visión, interesadamente, sesgada e ignorante, producto de
una época e ideología, desgraciadamente, aún no superadas.  Circunstancia que, junto a otros factores,
continúa imposibilitando el reconocimiento-social, cultural…- que este singular
ARTE MUSICAL merece en este país.  Un
reconocimiento ganado en buena lid por centenares de artistas flamencos -cantaores,
guitarristas y bailaores- gracias a su talento natural, cualidades, sacrificio,
esfuerzo y dedicación.  
      Nos viene a decir, más o menos, el refranero popular aquello
de que “si quieres que te quieran como
eres, quiérete y acéptate primero a ti mismo”
; bien, pues empecemos, de una
vez, los flamencos a querernos tal y como somos, a reconocer y valorar en su
justa media este increíble ARTE MUSICAL que custodiamos. Será el primer paso
para, sobre todo aquí en España, situarlo en el lugar debido. Una magnifica manera
de comenzar, sin duda, sería considerar a las figuras más sobresalientes de
este ARTE MUSICAL como lo que son: GENIOS DE LA MÚSICA. Así, sin más, pero sin
menos. Si, por ejemplo, de manera aleatoria, en cualquier localidad andaluza,
les preguntara a cien personas por cinco genios universales de la música, estoy
seguro que la inmensa mayoría no irían más allá de los consabidos Mozart,
Beethoven, Enrique Caruzzo, Lous Amstrong o Michael Jackson. ¿Dónde quedarían -les
volvería a preguntar- los Chacón, Antonio Mairena, Pastora, Pepe Marchena o Fosforito? En el supuesto- esa es otra-
de que los conozcan, no dudo de que me espetarían algo así como que “ah bueno, claro, pero esos son cantaores…”.
Es decir: que sí, que son genios, pero del Flamenco, NO de la música.
 
      Toda esta perorata, estimados lectores, viene motivada por mi
interés en hablaros del maestro Fosforito, tras concluir un año de
múltiples y diversos reconocimientos con los que en Puente Genil le hemos
honrado, como lo que realmente es: un
genio universal de la música
. Un genio que, como tantos otros, no lo tuvo
nada fácil en sus comienzos. Para muestra, el contenido de esta entrañable
misiva- recuperada por el musicólogo gallego Faustino Núñez el pasado mes de
junio- enviada por el maestro al Ayuntamiento de Córdoba en 1956 para poder
concursar en el Concurso Nacional de Arte Flamenco, que supuso el comienzo
definitivo de su alzamiento en los altares de los más grandes del Cante:
 
 
 
 “Antonio Fernández Díaz, domiciliado en Pósito
4, Puente Genil, solicita del Excelentísimo Ayuntamiento de Córdoba, dieta que
le permita desplazarse a dicha capital para formar parte en el Concurso
Nacional de Cante Jondo, ya que carece de los medios económicos suficientes
para el caso, acompañando testificado que así lo acredita expedido por el
Ayuntamiento de Puente Genil.
Es gracia
que espero alcanzar de ese excelentísimo Ayuntamiento”.
                                                                                               ANTONIO
FERNÁNDEZ
 
 
      Mas vayamos, para situarnos, por partes, y veamos
las definiciones, proporcionadas por el nada sospechoso Diccionario de la Real
Academia Española, de arte, música y genio:  
 
-ARTE: Manifestación de la actividad humana
mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos
plásticos, lingüísticos o sonoros.
 
-MÚSICA: Arte de combinar los sonidos de
la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que
produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegremente,
ya sea tristemente.
 
-GENIO: Capacidad mental extraordinaria
para crear o inventar cosas nuevas y admirables.
 
      Atendiendo a estas definiciones, qué duda cabe
que el Cante Flamenco es un ARTE MUSICAL. Es una actividad humana (no
surge, misteriosamente, de razones incorpóreas o troncos negros del faraón) mediante
la cual se interpreta (se canta) lo real (vivencias, experiencias, sentimientos…)
con recursos lingüísticos (letras) y sonoros (melódicos,
armónicos y rítmicos) de la voz humana y/o de los instrumentos, produciéndose,
conmoviendo la sensibilidad (la pasión), deleite, ya sea alegremente
(Alegrías o Bulerías) o tristemente (Seguiriyas o Soleares). Asimismo, de
GENIOS habrá que calificar a aquellos de sus protagonistas (cantaores) con la capacidad
extraordinaria y adecuada para crear o inventar cosas nuevas y
admirables. Y Fosforito, indudablemente,
es uno de los escogidos genios del Cante, y, por ende, como acabamos de
explicar, de la MÚSICA. ¿En qué capacidades extraordinarias ha destacado el
maestro? ¿Qué cosas nuevas y admirables ha creado o inventado en el Cante, es
decir, en la MÚSICA? 
 
       En primer lugar,
en Fosforito ha confluido dos
dimensiones muy claras que fundamentan su genialidad. Por un lado, unas extraordinarias
cualidades y calidades cantaoras, y, por otro lado,  una formación intelectual, forjada de manera
autodidacta, que lo ha convertido en todo un erudito en el conocimiento del
Arte Flamenco desde diversas perspectivas: la histórica, la musical y la
literaria.
 
           En segundo lugar, Fosforito es quizás el más completo
cantaor de todos los tiempos. No conozco a un cantaor de su categoría que haya
grabado tantos, y variopintos, estilos de cantes de una manera tan
sobresaliente. Si echamos un vistazo a su increíble y extensa discografía- por
cierto, a ver cuándo la Junta de Andalucía se rasca el bolsillo y la edita
completa, con el correspondiente análisis didáctico – observamos que aparecen
la amplia mayoría de los cantes, con sus variantes, representando toda una
enciclopedia jonda de la que obligatoriamente debe beber todo aficionado y
artista que se precie. Con sus Malagueñas, Granaínas, Bulerías, cantes de
Levante, Seguiriyas, Soleares, Tonás, Tangos, Fandangos, Cantiñas, Peteneras, Abandolaos,
Bamberas, Villancicos, Serranas, Livianas, Garrotín, Farruca, etc…, nos
encontramos ante un increíble, y sin parangón, patrimonio musical jondo para el
disfrute de toda la humanidad. 
         En tercer
lugar
, hablar de Fosforito es
hacerlo de un músico superdotado. Es hablar de música elevada a la enésima potencia,
de OBRA MAESTRA, como lo atestigua su afinación milimétrica, su memoria musical
inacabable para retener innumerables y complejas líneas melódicas, su
impresionante sentido rítmico y su exhaustivo conocimiento de la guitarra y,
por tanto, de la armonización de los cantes. 
 
        En cuarto lugar, no ha habido en la historia del Cante un cantaor
con el ajustado equilibrio entre calidad musical y expresividad de Fosforito.   El Cante,
además de interpretarlo con calidad desde un correcto dominio de los parámetros
musicales -afinación, ritmo y dicción-, hay que saberlo expresar, transmitir, y
en esta difícil conjunción, a mi entender, es el más grande. Todo su
cuerpo -gestualidad corporal, manera de sentarse en la silla (en la puntita,
queriendo dominar el escenario desde el primer minuto)- y elegantísima
vestimenta, el maestro lo ha puesto al servicio de la transmisión jonda,
creando una estética muy, pero que muy personal, desconocida hasta que él
apareció.  
         Y en quinto lugar, debemos destacar su creatividad, su aportación personal
al acervo musical del Cante Jondo. Gracias a su peculiar concepto
melódico/rítmico de la interpretación musical, observamos un punto de inflexión
en cantes como:  la Soleá -con su inigualable
recreación de los estilos Apolaos-, las Cantiñas -con esa vitalidad rítmica y
melódica que le aportó-, la Petenera, el Taranto, el Villancico Flamenco y, cómo
no, en nuestro querido Zángano. Es decir, el maestro engrandeció y mejoró, como
si tuviese una barita mágica, todo lo que tocó.
 
       A todo esto, hay que añadir que el maestro es  la actual Llave de Oro del
Cante
, el máximo galardón y reconocimiento que el mundo del Flamenco otorga
a sus protagonistas. No soy muy amigo de este premio; si analizamos su
historia, nos encontramos con circunstancias claramente turbulentas y muy
cuestionables, que lo devalúan considerablemente. No obstante, hay cierta
unanimidad-algo rarísimo en este complejo mundo- entre artistas, aficionados e
intelectuales en considerar a esta
Llave
como la mejor dada. A don Antonio Fernández Díaz
Fosforito no se le entregó, hace unos años, La Quinta Llave de Oro del Cante en una juerga flamenca, por amiguismo,
por una estrategia previamente fijada para encúmbralo artísticamente o por
motivos políticos, sino, ante todo, por sus cualidades cantaoras e impecable
trayectoria artística.  
 
 
Concluyo con una reflexión dirigida a mis
paisanos, fundamentalmente a aquellos que, cansinamente, ponen el grito en el
cielo en las redes sociales cada vez que se menciona al maestro, cuestionando,
sin argumento alguno, su calidad artística y pontaneísmo. Con relación a lo primero, ha quedado sobradamente
explicado en este artículo -solo hace falta corroborarlo con un buen oído y
muchísimas horas de escucha-; añadir, lo orgulloso que me siento como pontanés
de que uno de mis paisanos sea uno de los más grandes y universales GENIOS DE
LA MÚSICA. El Flamenco, a ver si nos enteramos de una vez por todas, es un ARTE
MUSICAL de primera magnitud y de la misma categoría- así es apreciado en países
culturalmente muy fecundos y activos como EEUU, Inglaterra o Francia- que la
Música Clásica, el Jazz o el Bel Canto.   Con relación a lo segundo, soy muy claro -y
generoso- : reto -invitando a una suculenta cena o almuerzo en Casa Pedro (santuario gastronómico
pontanés) a quién me lo demuestre- a que alguien me presente un escrito,
recorte de periódico, grabación, etc…, en el que Fosforito reniegue de su amado Puente Genil. Los interesados en
degustar, de gañote, la exquisita cocina de nuestro ilustre Pedro, enviadme,
por favor, la prueba del delito a
alvaropeman@hotmail.com .     
                                                                               SALUDOS FLAMENCOS
                                                                         Álvaro de la Fuente Espejo




 
                                                       (Soleá Apolá de Fosforito)

                                                                (Alegrías de Cádiz)





 

(Zángano de Puente Genil)

 

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