Incomprensible que nuestro pueblo haya dejado escapar una oportunidad histórica para enriquecer su legado cultural. Incomprensible que, en general, la clase política, aquí y en Pequín, en su obsesivo empeño por el cortoplacismo e intereses propios, se muestre tan insensible hacia la cultura y su función generadora de conocimiento, convivencia, humanismo y, por lo tanto, de riqueza. E incomprensible que se cree una concejalía ex profeso para la gestión de una determinada parcela de la cultura local, absolutamente, incapaz de valorar la enorme relevancia del archivo personal de unos de los más preclaros genios, en dicha parcela, de todos los tiempos. El pasado veintiséis de febrero salía en los medios de comunicación una de esas noticias que todo pontanés de bien, amante de su pueblo, jamás debería recibir sin un sentimiento mixto de rechazo, desazón e impotencia hacia lo que, parece ser, se está convirtiendo, en nuestro pueblo, el manejo de la cultura desde lo público. Un manejo en el que, salvo muy honrosas excepciones, prima la pomposidad y el postureo, recordándonos, una vez más, que a la cultura le va muchísimo mejor desde la iniciativa privada – El Pontón es prueba de ello -, al no verse manoseada por trapicheos y protagonismos estériles. Una iniciativa privada que, por eje, en los últimos años en Puente Genil está dando lecciones a más de uno con el proyecto de divulgación y fomento de las letras de la mano de Antonio Roa y su Cultural Poética. Mientras tanto, el legado de todo un Manuel Reina – y de otras personalidades literarias de la localidad – continúa ignorado desde lo público…La noticia en cuestión, que imagino ya conoceréis, es la donación por parte de nuestro paisano más ilustre y universal, don Antonio Fernández Díaz Fosforito, de su archivo personal – libros, manuscritos, cartelería, programas de mano…- al Centro Flamenco Fosforito de Córdoba. Nada más salir la noticia, las manidas y pesadas cantinelas de algunos comenzaron, por ignorancia y/o intereses partidistas, a cuestionar, en las redes sociales, la querencia del maestro hacia Puente Genil, haciéndole responsable de que dicho patrimonio no quedase aquí. Bien. Un servidor os puede asegurar que dicho material fue ofrecido por el maestro a Puente Genil cuando se construyó la museística Sala Fosforito en el exconvento de Los Frailes, obteniendo la negativa por respuesta por no encontrarle utilidad alguna. Desconozco la identidad de los responsables de tan ilustrada reacción, llegado a este punto es lo de menos. Lo que sí me parece gravísimo es que el material personal de estudio, reflexión y análisis de una de las más grandes figuras interpretativas y creativas del arte flamenco no quede en su pueblo por el motivo apuntado. ¿Os imagináis, siquiera por un momento, que en Málaga no hubiese quedado nada del archivo personal del genio Picasso, como material perenne de disfrute, estudio e investigación para las generaciones futuras, por la irresponsabilidad de los gestores? Es lo que ha pasado aquí. Todo un atentado cultural irreversible – Córdoba jamás renunciará al tesoro adquirido – del que nos daremos, realmente, cuenta, cuando pasen décadas. Las estatuas inauguradas en los últimos años, que desde la Asociación Amigos de Puente Geni hemos apoyado e impulsado con pleno convencimiento, valorando muy positivamente el incondicional respaldo institucional, están muy bien como una forma necesaria de exteriorizar y publicitar nuestras identidades y valores culturales. No obstante, si no van acompañadas de un proyecto que, de una manera seria y sistémica, ordene, investigue y divulgue la obra y legado de los estatuados, quedan en meros elementos decorativos, utilizados, exclusivamente, como propaganda.
Lo apunté hace meses desde estas mismas páginas, el Puente Genil flamenco debe de aspirar a convertirse en el centro neurálgico de la comarca, donde la investigación y divulgación de su patrimonio jondo sea consustancial a su actividad cultural, formativa y turística. Con actuaciones de este tipo, dicho objetivo quedará como un lindo sueño imposible de algunos románticos que aún creemos en las bondades de la cultura.
SALUDOS FLAMENCOS
Álvaro de la Fuente Espejo