La tremenda situación que atravesemos originada por el
COVID-19 va a provocar, a corto y medio plazo, graves consecuencias económicas
en muchos sectores productivos. Sin lugar a dudas, uno que va a verse afectado de
manera considerable es el sector de la cultura, y muy concretamente el del
flamenco. Un sector vertebrado en nuestro país en torno a dos elementos
innegables: la subvención pública y el dinero negro.
COVID-19 va a provocar, a corto y medio plazo, graves consecuencias económicas
en muchos sectores productivos. Sin lugar a dudas, uno que va a verse afectado de
manera considerable es el sector de la cultura, y muy concretamente el del
flamenco. Un sector vertebrado en nuestro país en torno a dos elementos
innegables: la subvención pública y el dinero negro.
Lo hemos señalado aquí, y en otros foros, en innumerables
ocasiones: en España, el tejido empresarial del flamenco pervive gracias a los
recursos del erario público. La mayoría de festivales, concursos y recitales
(en peñas o en teatros) no se autofinancian con aquéllos que pagan la entrada,
y son los Ayuntamientos, las Diputaciones o las Comunidades Autónomas las que
tienen que intervenir con el dinero de todos, dinero que se verá mermado, de
forma prominente, en los próximos meses al destinarse a cuestiones tan
capitales, como, por ejemplo, los servicios públicos relacionados con la
sanidad o seguridad. Sin ir más lejos, no creo que este verano, que está a la
vuelta de la esquina, puedan celebrarse la inmensa mayoría de festivales veraniegos,
que, no olvidemos, representan la gran fuente de ingresos durante el año para la
mayoría de artistas. Y los pocos que se celebren –no creo que (¡ojalá me
equivoque!) antes del mes de agosto- se organizarán con unos presupuestos
económicos extremadamente austeros a los que se tendrán que adaptar los
artistas si quieren trabajar.
ocasiones: en España, el tejido empresarial del flamenco pervive gracias a los
recursos del erario público. La mayoría de festivales, concursos y recitales
(en peñas o en teatros) no se autofinancian con aquéllos que pagan la entrada,
y son los Ayuntamientos, las Diputaciones o las Comunidades Autónomas las que
tienen que intervenir con el dinero de todos, dinero que se verá mermado, de
forma prominente, en los próximos meses al destinarse a cuestiones tan
capitales, como, por ejemplo, los servicios públicos relacionados con la
sanidad o seguridad. Sin ir más lejos, no creo que este verano, que está a la
vuelta de la esquina, puedan celebrarse la inmensa mayoría de festivales veraniegos,
que, no olvidemos, representan la gran fuente de ingresos durante el año para la
mayoría de artistas. Y los pocos que se celebren –no creo que (¡ojalá me
equivoque!) antes del mes de agosto- se organizarán con unos presupuestos
económicos extremadamente austeros a los que se tendrán que adaptar los
artistas si quieren trabajar.
Por otro lado, imagino que, como ya se está haciendo en otros
países de nuestro entorno, el Gobierno, tarde o temprano, articulará medidas
para paliar los efectos devastadores que está sufriendo el sector de la
cultura, del que viven en nuestro país miles de personas. Medidas de las que se
verán favorecidos aquéllos que declaran los trabajos que realizan y, por lo
tanto, están al día con sus obligaciones tributarias. Y todos sabemos que, por
desgracia, en el mundo del flamenco son muchos los artistas que subsisten
gracias al dinero no declarado como consecuencia de un concepto viciado del
funcionamiento empresarial. Estos, desde luego, lo tienen crudo…Cuando pase
esta crisis sería un buen momento para que todos los actores implicados
(gestores, representantes, artistas…) se replantearan de arriba a abajo esta
cuestión.
países de nuestro entorno, el Gobierno, tarde o temprano, articulará medidas
para paliar los efectos devastadores que está sufriendo el sector de la
cultura, del que viven en nuestro país miles de personas. Medidas de las que se
verán favorecidos aquéllos que declaran los trabajos que realizan y, por lo
tanto, están al día con sus obligaciones tributarias. Y todos sabemos que, por
desgracia, en el mundo del flamenco son muchos los artistas que subsisten
gracias al dinero no declarado como consecuencia de un concepto viciado del
funcionamiento empresarial. Estos, desde luego, lo tienen crudo…Cuando pase
esta crisis sería un buen momento para que todos los actores implicados
(gestores, representantes, artistas…) se replantearan de arriba a abajo esta
cuestión.
¿Qué pasará con nuestro Festival
de Cante? A día de hoy no creo que forme parte, y con razón, de las
inquietudes del Equipo de Gobierno de nuestro Ayuntamiento, ocupado, probablemente,
en cuestiones más perentorias. No obstante, si al final tanto las posibilidades
económicas como las pertinentes autoridades sanitarias lo permitiesen, se me
ocurre la idea –no sé si será un disparate- de organizarlo, exclusivamente, con
artistas de Puente Genil. Sería una magnífica forma de apoyar a nuestros
flamencos, además de convertir el evento en un reencuentro simbólico, tras
estos durísimos meses, entre la ciudadanía de Puente Genil. Una población
privada, inesperadamente, de su tesoro más preciado: su especial sociabilidad y manera de entender
las relaciones humanas. Francamente, sería un acto que trascendería al propio
flamenco, convirtiéndose en un acontecimiento balsámico que quedaría en la
memoria colectiva de todos los pontanos. Insisto, no sé si esta propuesta es un
disparate, mas es lo que siento hoy, atípico y tristísimo Domingo de
Resurrección, mientras escribo estas líneas.
de Cante? A día de hoy no creo que forme parte, y con razón, de las
inquietudes del Equipo de Gobierno de nuestro Ayuntamiento, ocupado, probablemente,
en cuestiones más perentorias. No obstante, si al final tanto las posibilidades
económicas como las pertinentes autoridades sanitarias lo permitiesen, se me
ocurre la idea –no sé si será un disparate- de organizarlo, exclusivamente, con
artistas de Puente Genil. Sería una magnífica forma de apoyar a nuestros
flamencos, además de convertir el evento en un reencuentro simbólico, tras
estos durísimos meses, entre la ciudadanía de Puente Genil. Una población
privada, inesperadamente, de su tesoro más preciado: su especial sociabilidad y manera de entender
las relaciones humanas. Francamente, sería un acto que trascendería al propio
flamenco, convirtiéndose en un acontecimiento balsámico que quedaría en la
memoria colectiva de todos los pontanos. Insisto, no sé si esta propuesta es un
disparate, mas es lo que siento hoy, atípico y tristísimo Domingo de
Resurrección, mientras escribo estas líneas.
SALUDOS FLAMENCOS
Álvaro de la Fuente Espejo